María Soledad Díaz, Educadora de Párvulos, Consultora Grupo Educativo:“El aprendizaje se consolida cuando hay tiempo para sentir, pensar y para practicar”
Hace más de un año que comenzó la pandemia y con ella el confinamiento, lo que ha traído situaciones de ansiedad, estrés, irritabilidad o dificultad para concentrarse para algunas madres, padres y cuidadores de niños, niñas y jóvenes que han debido enfrentar el reto de realizar tareas de trabajo, crianza y ocio a tiempo completo.
Madres, padres y cuidadores de niñ@s han manifestado algunas de sus preocupaciones sobre el estrés que les ha significado el aprendizaje en confinamiento. María Soledad Díaz, profesional de la educación y consultora de Grupo Educativo nos entrega algunas recomendaciones para estos días.
¿Qué consejo podríamos darles a los mapadres para manejar esas sensaciones de agobio y cansancio que trajo consigo el encierro por pandemia?
Creo que lo primero es siempre una respuesta antigua; calma, después calma y después, más calma. Cuando uno está con niños pequeños, el adulto debe poder apoyar y tener presente que a los niños pequeños el exceso de estrés les resulta altamente perjudicial y por este motivo, lo primero es poder lograr una auto-regulación en el adulto. Esto, claramente, es más fácil decirlo que hacerlo, pero solo aprendemos a hacer (y a hacer bien) aquello que practicamos conscientemente. Los problemas pueden no “desaparecer” y muchas veces su resolución no depende de nosotros. Por lo tanto, debemos enfocar nuestras energías en aquello sobre lo que sí tenemos injerencia, como por ejemplo en cómo vamos a estar y en cómo nos vamos a relacionar con los demás. Así, considero que después de calma y más calma, debemos practicar una forma de estar y sentirnos disponibles a los otros, lo cual implica que podamos regular nuestra sensación de estrés.
Debido a las clases online, los procesos de aprendizaje son distintos y muchas veces más lentos. ¿Cómo podrían ayudar los cuidadores a sus hijos e hijas a aprender sin causarles presión?
Es fundamental reconocer que para que el niño o niña pueda aprender es importante la emoción. Los seres humanos aprendemos desde lo emocional y por este motivo es que aprender es un espacio donde poder estar y sentirse grato es fundamental.
En el aprendizaje el juego es clave. Es por ello que, en las clases online, los niños y las niñas ponen en juego diversas habilidades, de las cuales muchas de ellas aún están en proceso de desarrollo. Por lo tanto, aprender es un desafío que requiere que el niño y niña pueda aproximarse y sentirse respetado también en sus tiempos. El aprendizaje se consolida cuando hay tiempo para sentir, pensar y para practicar.
¿Qué tipo de rutina o plan familiar podría ayudar para sobrellevar mejor el confinamiento?
Una buena rutina es la que confiere seguridad y por ende debe ser en lo posible estable, y conocida por todos los que comparten el espacio familiar. Además, una buena rutina es, también, evaluable. Esto significa que idealmente los integrantes del grupo familiar deberían poder revisar si les parece que una o más actividades son buenas o atractivas para todos y que, por ende, los ayuda en la convivencia.
A la rutina “ideal” no deben faltar ciertas actividades, como, por ejemplo: espacio para estar y hacer cosas juntos, momentos para hacer cosas individualmente o en solitario. Horarios en que nos levantamos, comemos, ordenamos, trabajamos (el trabajo del niño/a tiene forma de juego) y descansamos.
Lo importante será para los niños y las niñas percibir que esta rutina es una forma de establecer y respetar acuerdos y que es lo suficientemente consistente para incorporar elementos de flexibilidad, particularmente frente a lo emergente.
¿Cómo podríamos ayudar a los niños pequeños a manejar sus emociones?
Déjeme dar un ejemplo. Si usted se fija, en los aviones figura una advertencia para el caso de que, durante el viaje, exista una despresurización: La advertencia señala que, antes de ayudar a otros (por ejemplo, a niños o niñas), usted (léase el adulto) debe primero colocarse su mascarilla. Esto se aplica perfectamente también para el contexto en el que estamos. Para ayudar genuinamente a otros y en particular a los niños y las niñas, lo primero es ver qué estamos modelando, qué están aprendiendo al vernos en el día a día. Educar es un ejercicio de coherencia.
Además, es muy importante que los niños puedan reconocer y expresar sus emociones. Me gustaría destacar un cuento muy útil que ayuda a los niños y las niñas a reconocer sus emociones: “El monstruo de colores” de Anna Llenas.
Alguna recomendación en particular que te gustaría hacer para las y los cuidadores de niños pequeños
Que los observen respetuosamente, los escuchen y estén disponibles no solo a enseñarles, sino también a aprender de ellos y ellas.